lunes, mayo 27, 2019

El día que conocí a Alberto Villarreal

Primero que nada, si no sabes quién es Alberto Villarreal, me permitiré contarte un poco, quien es.
Alberto es un joven mexicano, nacido en Monterrey, Nuevo León en el año de 1994; a la edad de 9 años, comenta que tiene un primer contacto con los libros, después reconoce que en un futuro, sabría que le gustaría dedicarse a las letras y es hasta el año 2016 que sale a la luz, su primer libro: “Ocho lugares que me recuerdan a ti”, siendo este, escrito desde su sinceridad, desamor y experiencia propia, después viene “Todo lo que fuimos” y su más reciente libro, “Anoche en las trincheras”.



En fin, tengo algún tiempo siguiéndolo, desde que por primera vez vi en un estand de librería, su libro: “Todo lo que fuimos” y claro, al leer la contra portada, me llama la atención lo que dice, salía una fotografía del autor, que en ese entonces, claro, para mi era un completo desconocido y desconocía que incluso, es mexicano (¡Viva México!) pero verlo tan joven, fue motivo de que me dieran ganas de saber más del chico de la fotografía. Al llegar a casa, lo primero que hice fue, buscar información sobre el libro y fue ahí, cuando descubro quien es Alberto Villarreal, sus libros, pero creo que lo primero que me llamo la atención para leerlo, como ya dije, fue su juventud y lo que me termino por atrapar, que fuese mexicano.

Como buen amante de las redes sociales, empecé a seguirlo en todas y a verlo en su canal de YouTube, abriendo libros, verlo con esa naturalidad y, como decimos: “Sin pelos en la lengua” al expresar algo, que si, es cierto, es muy de él, su opinión o reseña sobre ciertos libros.

El primer libro que consigo y leo, es “Anoche en las trincheras”, claro que desde que vi el nombre, supuse que era con relación a aquel triste villancico, que alguna vez escuche en voz de mi amada banda española, La Oreja de Van Gogh, deseándonos un feliz 2014, “Madre anoche en las trincheras”, si, admito que al comprarlo, en mi mente estaba cantando: “Madre anoche en las trincheras, entre el fuego de metralla, vi al enemigo correr, la noche estaba estrellada…”, pero en fin, pagué el libro y empezó mi viaje.

Fueron cuatro hermosos y pequeños relatos, que me hicieron reír, llorar, soñar, enojar y sí, también odiar.

Después decidí regresar a la misma librería, Gandhi, (sí, aquí, haciendo comerciales) para ser exactos, a comprar ese primer libro, de aquel primer contacto con Alberto, “Todo lo que fuimos”.

Visualmente, el libro me enamoró desde el primer contacto, no lo voy a negar, y aunque es el favorito del propio autor y de muchos seguidores, yo estuve a nada de dejarlo arrumbado, ¡Ojo!, no por malo, sino que, al venir saliendo de una relación, (algo tóxica para ser honesto), muchas veces, leía el libro y en mi mente oía la voz de mi expareja, parecía que el libro me lo hubiera escrito y dedicado y eso me enojaba y yo empezaba a “amodiar” el libro, porque visualmente es hermoso, perfecto, los poemas no son malos, pero, el sentir que el libro lo leía con voz de mi expareja, me hacia querer desistir y dejarlo en el olvido, claro, me gusta releer libros y si me decía: “En fin, quizás, lo puedo leer en otro momento y lo amaré, pero todo está muy resiente y no puedo.”, pero pude, lo terminé y estoy feliz con eso.

Claro, aunque fue el primer libro de Alberto, pues, fue el último que leí, “Ocho lugares que me recuerdan a ti”, quizás por ser más admirador de la novela, le tome un cierto aprecio al libro y muchas veces, lo llegue a imaginar adaptado para una cinta cinematográfica hollywoodense (jaja, yo y mis cosas).

Durante mi proceso de lectura de “Ocho lugares…”, se anuncia la feria del libro en Tijuana, mi ciudad, y Alberto anuncia en una de sus “Instagram stories” que estaría presentando en la Feria, su más reciente libro, “Anoche en las trincheras” y dije: “tengo que estar ahí”.

Llega el día pactado, domingo 26 de mayo de 2019, en la sala Federico Campbell, en el Centro Cultural Tijuana (CECUT), moría de nervios, me levante, me di un baño, me aliste, desde la noche había dejado los libros en la mesa, casi en la puerta de la casa, para no olvidarlos, tome un taxi y emprendí a la presentación del libro.


Ya alguna vez, me había tocado ir a una presentación, pero gente local y no en un evento algo masivo, la verdad, pensé que habría poca gente, no que no creyera en Alberto, más bien en la gente, ya que, sabemos, México no destaca por ser un país muy lector, pero me sorprendió ver la sala "semi" llena y como, conforme llegaba la hora, la sala se llenó por completo, habiendo gente de pie y sentada en los escalones.

¿Han sentido esa experiencia cuando van a un concierto de su artista favorito y lo ven por primera vez? ¡Es real o son reales! ¡Existen! ¡Respiran! Y están ahí, frente a ti.

A mí me pasó eso, ya estaban por iniciar y yo estaba sentado en la última silla de la fila 5 o 6 del lado izquierdo, cuando una mujer se para junto a mí, pero junto a la mujer, estaba él, Alberto Villarreal, de pantalón negro, botas, camisa tipo polo amarilla y una especie de chamarra ligera, color claro, en mi mente, me imaginé mucho, como una típica niña adolescente, admiradora tóxica, con Jonas Brothers o algo así, pero dije: “No, contrólate Edoardo, contrólate, habrá firma, lo vas a poder ver de cerca sin verte como un admirador tóxico”, pero era de verdad emocionante conocerlo, ya que como ven, amo escribir, amo leer y sueño con un día, también hacerlos viajar con la imaginación, entre mis líneas, conocerlo a él, verlo, era como si ese sueño de escribir, se pudiera palpar, suena loco, pero así lo sentí. Como si las palabras que Alberto estaba por decir, así fue como sentí.

La plática empezó, dos minutos después de la hora, muy amena y fue algo placentero, ver no solo adolescentes, gente como de 25-35 años y adultos mayores, padres familia y todos, con sus libros en la mano.

Alberto nos platicaba a todos como era escribir, hablo de sus tres libros, pero dijo algo, que hasta hoy, para mí ha sido lo mejor de esa presentación, parafraseando un poco lo que dijo fue:

“Si yo puedo, ustedes también, si yo pude escribir un libro, en un país que no lee tanto como nos gustaría, si a ti te gusta escribir, hazlo, no te detengas, no dejes de soñar, y así como ustedes están sentados ahí, ojalá yo pueda algún día estar en su lugar oyendo la presentación de alguno de sus libros.”

No saben lo genial que fue oírlo decir eso.

Llegaron la hora de preguntas y respuestas, fue bueno ver como varias personas, le hacían preguntas muy interesantes, desde de que color se imaginaba al escribir, en que se inspiraba para hacerlo, lo mejor, sin duda, un padre de familia y profesor de secundaria, dándole las gracias por rescatar a la juventud, en la lectura, que en su escuela había muchos jóvenes leyéndolo y que su hija era una gran admiradora de sus libros.

En la fila, conocí a tres chicas, hable más con dos, hablábamos de lectura, de los beneficios de leer, de escuela, de carreras, de los libros de Alberto y de Alberto.

Llego mi turno de pasar, le entregue mis tres libros.

-¿Cómo te llamas?
- Edo, ardo, si Edoardo, en vez de Edu, es Edo, con O (siempre debo aclararlo)
- ¿y eso por qué?
- Pues, ya ves, mis padres que decidieron que así se escuchaba mejor
- ¿Nos tomamos una foto?
- ¡Si, claro!



Confieso, que no había leído lo que me puso hasta que salí de la fila con las dos chicas, después de intercambiar nuestros usuarios en Instagram, nos despedimos de un beso y leí lo que me puso:





Más emocionado, agradecido y feliz, no podría estar, subí mi foto en mis Instagram stories, solo con un “Gracias @albertovill” y al subirme al taxi, oyendo “Rainmaker” de Emmelie de Forest, me llega la notificación de que Alberto, había compartido la imagen, 24 horas de “pequeña fama”, pero toda una experiencia, para contar. Gracias Alberto.

“Soñar era lo mejor que sabíamos hacer…”.

Reseña: DAHMER - Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer

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