La cita
fue a las 3:30 de la tarde, en miércoles, en el centro de la ciudad, justo en
la acera del antiguo palacio Jai Alai (que antes era cede del juego de pelota
vasca y hoy funciona como un centro de espectáculos), para el mes de octubre
del presente, la agrupación española La Oreja
de Van Gogh se presentará por segunda ocasión en la ciudad y como es uno de
mis grupos favoritos, hemos quedado para comprar los boletos, para asistir al
concierto.
Como yo
llegue al centro de Tijuana, por un “aventón”, mi madre tenía una cita, a unas
cuantas cuadras del lugar donde yo quede de verme y aproveche el viaje, solo
que su cita era media hora antes de la mía, llegue mucho más temprano, pero
estuvo bien, aproveche para sacar el dinero del banco y llegar sin prisas al
lugar, que aun así, eran casi apenas las 3:17 p.m. cuando llegué a la avenida revolución
entre séptima y octava, donde queda el lugar. Dos bancas disponibles, una con
sol y una con sombra, considerando que por la hora y en pleno verano, anduvimos
como en los 30 grados, así que opte por la banca de la sombra.
Antes de
salir de casa, como si se tratara de una pequeña premonición, no quise irme sin
mi copia de La Tumba, José Agustín, ya
que siendo el libro que estoy leyendo de momento, sentí que iba a esperar más
de la hora acordada y unas líneas, harían menos larga la espera.
Aun así
con libro en mano, no podía evitar ver a la gente pasar y ver la cantidad de
gente que entraba al casino que esta continuo al centro de espectáculos, un
muchacho bien parecido, con mochila y dos recipientes llenos de panquecitos,
incluso frente a mí, aconteció una escena algo graciosa, una muchacha de
estatura baja, en un vestido negro con falda corta, sombrero y unas botas, corrió
para alcanzar el chico de los panquecitos y comprarle unos cuantos. Un encuentro
de unos meses, entre dos conocidos, varios minutos platicando entre abrazos,
risas, saludos y un cigarrillo.
También pude
notar que el hombre sentado en las escaleras del, ahora llamado “El foro”, debe
estar o bajo el efecto de una droga o el alcohol, ya que está hablando solo y
hasta se pelea, solo. Dos misioneros, (creo así se les conoce, evidentemente,
de la religión Mormona) pasaron y me vieron sentado leyendo, me regalaron una
sonrisa y un muy cordial “buenas tardes”, el cual respondí inmediato, con una
sonrisa de agradecimiento.
La banca,
pues sí, es demasiado larga y con la sombra, gracias al gran árbol que la
provoca, es una invitación al descanso, dos hombres se acercaron a mí, uno con
una bicicleta y el otro con una o dos revistas de tamaño mediano en su mano
izquierda, el de las revistas se sienta y el de la bicicleta se queda de pie,
recargado en su medio de transporte e inician una plática, lo que dificultaba
mi lectura y a la cual no preste demasiada atención, por lo complejo de la narración
del libro, debo admitir, que el hombre junto a mí, no emanaba un olor del todo
bueno, olía a sudor y su apariencia, parecía algo descuidada, he de decir que
por la zona, hay muchos indigentes, quizás sea uno de muchos, yo miraba hacia
el centro de espectáculos y el, a la famosa Avenida Revolución de Tijuana, Baja
California.
Llegaron las
4 de la tarde y la persona no llegaba, ¿Será que hablando de La Oreja de Van Gogh se convertirá como
uno de sus discos? A las cinco en el Astoria, pero en vez de Astoria, sería
algo como: A las cinco en el foro.
Continuara…