miércoles, noviembre 19, 2014

Una mañana de noviembre

7:52 de la mañana volví a tomar el mismo camión de siempre y ahí estaban ellos tres, el joven delgado y el señor que esta mas gordito y la mujer con su niño, ese que siempre va tan alegre, apenas habla, balbucea, pero es tan tierno verlo platicando con algún pasajero mas, aun sabiendo que no se le entiende.

Siempre que abordo el autobús, ellos ya vienen sentados, aunque el muchacho delgado esta vez me hizo reír mucho, ya que se había quedado dormido inclinando su cabeza hacia atrás y su boca abierta, no suelo burlarme de la gente, pero era demasiado gracioso como para no reír, el señor sentado como siempre hasta atrás con su lonchera, la misma de las anteriores ocasiones y del lado izquierdo, por la misma hilera del conductor y la muchacha hasta enfrente con su niño.

Tan solo una esquina de haberme subido, misteriosamente aborda el señor de canas plateadas portafolio café y el muchacho de lentes Ray Ban (se parece demasiado a un ex compañero de la preparatoria) tantas coincidencias el mismo día, pero lo siento, soy muy observador y son las mismas personas con las que ya había coincidido en el mismo autobús.

Justo al pasar por el hotel del boulevard, hacen en el mismo lugar de siempre, la parada al autobús esa pareja, ella sube primero y se dirige a escoger dos lugares de los tantos que hay y espera a que el termine de pagarle al conductor y se sienta, para que él tome el lugar de la ventana, ya que es ella quien baja primero, se sientan juntos, pero no dicen nada, no se miran, no interactúan, nada.

Llegamos a la esquina de aquel famoso restaurante de mariscos, pasando solo el semáforo hacen la parada el chico de los lentes y la mujer con su niño, el muchacho no se a donde se dirija, pero la mujer es evidente que dejara a su niño en la guardería que esta junto al restaurante.

A tanto solo unos metros la mujer de la pareja que subió en el hotel  toca el timbre para bajar en la siguiente esquina y como siempre lo hace sin despedirse de su acompañante, solo se baja, sin decir nada, ni un gracias por pagar su boleto.

 Pasamos el aeropuerto, unos bajan, otros suben y ahí siguen el señor sentado hasta atrás, el joven que dormía se despierta con un movimiento brusco del autobús y el señor de las canas plateadas no deja de mirar su reloj.

Al joven siempre lo miro y me hago la misma pregunta: “¿Cómo consigue su ropa?” ya que está extremadamente delgado. En fin, llegamos a su esquina en aquella tienda de conveniencia, se baja del autobús y con él una señora y seguimos la ruta. Después de aquella curva larga en camino descendente y empezar a ver la panorámica de la ciudad, en el tercer semáforo en una gasolinera, baja el señor de la lonchera y a tan solo unos cuantos semáforos en la misma esquina que yo, se baja el señor de las canas plateadas, pero los dos seguimos caminos diferentes.


¿Mañana se repetirá lo mismo?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reseña: DAHMER - Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer

Pues bueno, esta vez me pidieron hacer mi reseña y para no perder la costumbre, empezamos.   Hablare en esta ocasión de: Monster: The Je...